La Pandemia COVID 19 nos confirmó de manera patente y global lo que con frecuencia la Comisión Técnica de Sistemas y TI advertía. Las tecnologías emergentes de la información y las comunicaciones están dictando las nuevas reglas de hacer negocio, las tendencias en trabajos relevantes en la nueva economía digital, los talentos medulares indispensables para ser un contador profesional de clase mundial, y el siempre presente efecto de la ruptura con la tradición y el cambio constante. Nuestro mensaje siempre estuvo y sigue estando dirigido a la educación continua de los contadores para tener una robusta formación y dominio de las tecnologías.
La historia de “ahí viene el lobo” se repitió a nivel global. Los que nos había preparado dimos el salto hacia el mundo digital sin trepidación, pero con mucha cautela. La movida de la idea a la acción en el mundo tecnológico nos demostró que nuestro dominio de las tecnologías meramente tocaba la punta del iceberg. Algo que quedó puntualizado con la pandemia COVID 19 es que no vasta dominar las tecnologías de la información y las comunicaciones para tener éxito. Dentro de la cuarentena, y el subsiguiente distanciamiento social descubrimos que el motor de cambio y brinco hacia el éxito sostenido requiere de unas destrezas blandas, acompañadas de un espíritu de emprendedor con grandes dosis de creatividad, pasión y compromiso. ¿Conclusión temprana en este escrito? Queda mucho camino por recorrer.
Allvin Toffler, futurista estadounidense escribió para la década de los ’80 en su libro El Shock del Futuro: Los analfabetos del Siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender. Toffler anticipó el futuro que hoy es nuestro presente hace 40 años atrás. Aprendamos la lección. La vida de un contador profesional que aspira a continuar siendo relevante en el mundo actual requiere educación continua, curiosidad intelectual inagotable, dominio robusto de las tecnologías actuales y emergentes, y dominio de la inteligencia emocional.
¿Cuáles serán las áreas medulares a considerar? Hasta ahora, el contador se ha enfocado en las competencias tradicionales: auditoría, tributación, estados financieros, entre otros. El Siglo XXI trajo cambios sustanciales en las competencias que mantendrán al contador profesional relevante para sus clientes. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cuáles son los factores principales que determinan el destino de la profesión? ¿Cuál es el perfil de contador que abre las puertas a oportunidades sin límites?
Recientemente IFAC (International Federation of Accountants) publicó Future Fit Accountants – CFO and Finance Function Roles for the Next Decade .El título traducido al español es: Contadores preparados para el futuro: funciones para la próxima década. Algunos de los puntos más sobresalientes los comparto a continuación:
- La naturaleza del trabajo de Contador evoluciona en respuesta a las nuevas normalidades: Aquí hay un mensaje muy poderoso. La profesión de contabilidad continuará siendo relevante al mundo de los negocios siempre y cuando sea capaz de responder ágilmente a los cambios continuos que experimenta el mundo.
- La contribución que hace el Contador a las organizaciones se transforma: Estábamos acostumbrados a funcionar dentro de la zona de confort del trabajo tradicional del contador: servicios de contabilidad desde el uso su pericia para reunir, clasificar y resumir información financiera, hasta la preparación de estados financieros, auditoría, tributación, asesoría. Hace rato que las señales de cambio están tocando a nuestras puertas para que nos montemos en la ola de la transformación digital, la movida a la nube, la oficina virtual, el acceso 24/7 a la información del cliente.
- Nadie sabe lo que el futuro nos depara: Los pasados 50 años nos han estremecido con cambios monumentales: la computadora portátil, los teléfonos inteligentes, la Internet, la computación en la nube, los programas de hoja electrónica, Big Data, el Internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial. Y siguen los cambios hechos por el hombre de manera vertiginosa, además de una madre naturaleza que también está cambiando y manifestándose de manera abrumadora sobre el cambio climático.
- Todas las organizaciones están sufriendo ruptura con la tradición: Me parece muy curioso que a raíz de la pandemia COVID-19 se popularizaron las frases “nueva normalidad” y “ruptura con el pasado y la tradición” como si lo que está ocurriendo fuera algo único a nuestros tiempos. Joseph Schumpeter[2], distinguido economista nacido en la República Checa en 1883, acuñó el término “destrucción creativa” en su obra Capitalismo, Socialismo y Democracia. ¿Qué es destrucción creativa? Es el proceso que describe cómo nuevos modelos de negocio que constantemente remplazan los viejos. Dice Schumpeter que se trata de un proceso de mutación industrial que logra el progreso económico a través de la destrucción de los modelos viejos abriendo mercados para nuevos modelos y nuevos productos. También se le atribuye a Schumpeter ser el primer erudito en usar el término emprendimiento o empresarismo (entrepreneurship).
Más recientemente, el profesor Clayton Christensen de la Escuela de Negocios de Harvard, quien falleció a principios del 2020, desarrolló su teoría de la innovación disruptiva. Christensen[3] definía la estrategia de la Innovación disruptiva como una donde se creaban nichos nuevos que habían sido ignorados por las empresas líderes. Explicaba Christensen que con nuevas tecnologías, quizás de menor complejidad, se podía ir desplazando sigilosamente sectores líderes, logrando la aceptación de los consumidores, y sacando fuera de carrera a las empresas líderes. El mejor ejemplo más recientes es el de Blockbuster que fue desplazada por Netflix.
- El valor de las organizaciones se crea de activos intangibles: Estábamos habituados a centrar el valor de las empresas en sus activos tangibles. La “nueva normalidad” es que activos intangibles como valor de marca (Brand equity), propiedad intelectual, derechos de licencias, listas de clientes, investigación y desarrollo) sean los motores de éxito de las empresas.
- Talentos y competencias para el éxito en cambio continuo: En un mundo donde lo único seguro es el cambio continuo el profesional que quieres ser exitoso tiene que vivir la experiencia del mejoramiento continuo profesional. Nada es permanente, el éxito es efímero, y depende de nuestra capacidad de mirar al horizonte e interpretar intuitivamente cómo responder a los vientos de cambio que nos empujan y halan. Las expectativas en cuanto a la formación profesional son altas de parte de todas las partes interesadas: clientes, proveedores, inversionistas, acreedores, agencias reguladoras, entre otros. Se espera una preparación interdisciplinaria, con una robusta formación en tecnologías emergentes.
- Los informes financieros No proveen toda la información relevante para los inversionistas, mercados de capital, entre otros “stakeholders”. Más claro no puede estar el mensaje de IFAC: la información financiera tradicional que genera el contador profesional NO es suficiente para llegar a un proceso de toma de decisiones adecuado y posibilidades de éxito. Se requiere ampliar el alcance del trabajo del contador para que la empresa lo vea como un recurso valioso que agrega valor a su gestión.
- La proliferación de datos e información de las empresas: complica más que proveer visión más clara de la situación de la empresa. La velocidad, la variedad, y el volumen de información multiplicaron de manera exponencial la información a la que tienen acceso los contadores. La nueva consigna del contador es el análisis y la minería de estos datos.
- La responsabilidad social cobra relevancia: Las empresas que aspiran al éxito tienen que tener conciencia de su deber con las comunidades más vulnerables, el ambiente, entre otros. Las tecnologías de la información y el acceso democratizado a las redes sociales coloca a todos los “stakeholders” en posición de empoderamiento, sin distinción de ricos o pobres.
- Más regulaciones = más costosa la operación = mirada puesta en cumplimiento = desvío atención a cómo alcanzar éxito: Se complica el entorno fiscal y regulatorio de las organizaciones, con exigencias de mayor transparencia, de información fiel y fidedigna de la situación de la organización. Se espera un “storytelling” de la situación de la ornanizacion que sea fiable, entendible y oportuno.
- Impactan sobre decisiones: nuevos riesgos, crimen cibernético, fraude, corrupción = más incertidumbre y mayor complejidad: La inmersión en la economía digital tiene un costo: nuevos riesgos, apertura a más incidentes de delitos cibernéticos, entre otros.
- Nuevos modelos de negocio = impacto disrupción digital: Los modelos tradicionales de negocio se están sometiendo a la dura prueba de la pandemia COVID 19 con el distanciamiento social, con un nuevo giro de tendencias de conducta del consumidor que dictan la dirección hacia la cual la empresa debe dirigirse.
Hoy más que nunca el cliente, privado o público, exige que el contador agregue valor en el proceso de toma de decisiones, en la identificación de riesgos y amenazas, y en las propuestas de planes estratégicos que adelanten su misión y objetivos. El rol de contador evoluciona y se transforma. Para tener éxito y relevancia, obligatoriamente se mueve al ritmo de los cambios del entorno económico y fiscal de su región y de un mundo globalizado. La tecnología, motor de cambio y ruptura con la tradición, es el factor principal que trastoca todo el quehacer del contador.
De historiadores de la actividad económica y financiera de la empresa, el contador pasa a ocupar un rol equivalente a “ingeniero de información”, con destrezas de análisis de datos que cada vez están en mayor cantidad y demanda. Su visión profesional y analítica, que antes estaba puesta en el pasado, hoy la fija hacia el horizonte para intuitivamente pronosticar el futuro, y prepararse para el cambio. De contador de libros, pasa a un rol de consultor de empresa, capaz de integrar todos los elementos organizacionales en su mirada y análisis. Un importante ingrediente en la formación de este contador es su dominio de disciplinas interconectadas.
Es interesante el impacto colateral de la automatización y la robótica en las competencias y habilidades requeridas por el contador profesional exitoso. Surge una mayor necesidad de personas que posean cualidades que no pueden ser replicadas por las máquinas. ¿Cuáles son estas cualidades? La creatividad, la adaptabilidad, la solución de problemas, la inteligencia emocional, la responsabilidad social y grandes dosis de ética. Los tiempos de la Pandemia del corona virus claramente nos situaron en una posición de emergencia global inesperada. Estuviéramos o no preparados, hemos tenido que dar un gigantesco salto a usar y dominar las tecnologías como medio principal de trabajo y comunicación, y a reinventar la relación contador–cliente. El impacto económico de esta crisis global y local aún está por calcularse. El mantra de hoy: Cambio constantemente. De lo que estamos seguros es que la forma de hacer negocios jamás volverá a ser igual. ¿Cómo debe responder el contador a este reto?
El componente de creatividad, o sea, la capacidad del ser humano de reinventarse y reprogramarse, será esencial. Tener la valentía de dar el salto fuera de la zona de confort es requerido. El hombre se resiste al cambio, la creatividad requiere salir de la comodidad del espacio cuadrado de lo habitual y rutinario a lo inesperado y diferente. La ruta hacia el éxito que estaba perfectamente delineada tomó un desvío imprevisto a lo desconocido. La adaptabilidad, otro componente esencial al éxito, requiere paciencia, disciplina, voluntad de ver oportunidad donde otros solo ven problemas. Es también indispensable acompañar esa adaptabilidad a una capacidad intrínseca de mirar un problema y encontrar las soluciones posibles.
Hablábamos de destrezas blandas (soft skills). El dominio de estas demuestra “inteligencia emocional”. De acuerdo a Daniel Goleman, la inteligencia emocional tiene 5 componentes muy atados a la creatividad y adaptabilidad. Miremos brevemente cada uno.
Empatía: Puedo ponerme en los zapatos de otro: mi cliente, mi empleado, mis familiares. Tengo sensibilidad a lo que les pase.
Autoconsciencia: Puedo mirar a mi interior y evaluarme. Puedo conocer mis fortalezas y debilidades. Dentro de esa autoconsciencia entra mi autoestima. Creo en mi, tengo fe en mis capacidades, pero a la misma vez continuo en una trayectoria de mejoramiento continuo. Esta autoconsciencia tiene un componente de adaptabilidad. Hoy día, luego de los embates de la naturaleza y acciones del hombre la humanidad le da un nombre especial a esta adaptabilidad: la resiliencia. Es nuestra capacidad de levantarnos de la derrota. De saber cuando dirigir nuestros esfuerzos en dirección diferente, en búsqueda de nuevos rumbos. Nos permite darnos cuenta cuándo es momento de cesar y desistir; de cambiar.
Autoregulación emocional: Puedo examinarme críticamente como lo hacen los que están interactuando conmigo. Puedo diferenciar entre lo que es necesario y los deseos superfluos que en la jerarquía de necesidades básicas tienen un espacio de posibilidades y no de necesidades. Esa autoconsciencia inspira pasión, una fuerza positiva que nos impulsa en dirección hacia el logro de nuestras metas. Es auténtica, imposible de fingir. Le da sabor de aventura a la vida.
Motivación: Miramos el futuro con ojos sensatos, evaluando los aspectos que están dentro de nuestro control para asegurar los resultados a los que aspiramos. Es una fuerza que nos guía de manera racional y cautelosa hacia la meta.
Habilidades sociales. Un líder sabe que el éxito es el resultado de juntar las voluntades de todos los miembros del equipo de trabajo. Todos son estrellas, todos son colaboradores que contribuyen al éxito. Reconocer el esfuerzo de los colaboradores es sensato, prudente y productivo. Crea sentido de pertenencia, de logros compartidos, de esfuerzo con valor agregado.
La profesión de contabilidad tiene que insertarse en estas nuevas corrientes de cambios para ganar terreno en el mundo de negocios, y la sociedad. Hay un mandato de dominar las tecnologías para continuar siendo relevantes en la nueva normalidad de una economía digital. Pero esto no será suficiente. El contador con equilibrio será el que logre balancear las destrezas tecnológicas con un fuerte componente de inteligencia emocional. Habrá que proponer un “nuevo molde” del perfil del contador profesional para que éste sea parte del grupo que lidera el progreso de sus respectivos países.